Casí tres meses después, el Zunder Palencia regresaba para disputar una final al lugar en el que se escribió el mejor capítulo de su historia, el Coliseum de Burgos. Y al igual que en aquella ocasión, su rival fue el San Pablo. Esta vez fue una final menos trascendente que aquella. Se trataba de la Copa de Castilla y León. Eso sí, con alguna cuenta pendiente (aunque sigan pocos protagonistas) de aquel partido, especialmente en la gradas, con inmensa mayoría de seguidores burgaleses buscando un pequeño consuelo a modo de venganza por aquella dolorosa derrota.
Y la encontró, proclamándose el SanPablo Burgos campeón copero ante un Zunder irregular, todavía en fase de construcción, conPasecniks y el temporero Omeragic en la convocatoria, pero sin tener un minuto, y los sudamericanos Benite y Ubal sin vestirse de corto.
Viendo el quinteto inicial del San Pablo, sin querer, la memoria se remontaba a grandes momentos que dieron en la entidad morada los Kasibabu, Ali o Speight. Viejos tiempos, lindos días. Zunder quiso desde el primer momento imponer su condición de equipo ACB, marcando territorio con Franke y Brown. Justo no tardó en mover el banquillo. En pretemporada se trata de economizar, repartir y optimizar los minutos y más cuando hay muchas incorporaciones de última hora, como el joven Ndiaye, que mostró buenos detalles y descaro. Van der Vuurst y Chumi Ortega pusieron las cosas en su sitio en el primer cuarto, 15-19.
Corbalán le dio un plus al cuadro local, hasta el punto que volvía a poner por delante a su equipo ante un cuadro ayer celeste que se quedaba anclado en los 21 puntos, lo que obligó al técnico canario a pedir tiempo muerto, (29-21). Con la conexión neerlandesa Van der Vuurst-Haarms y la aportación en el triple de Manu, el cuadro morado pareció encauzarse de nuevo, (32-29), con tiempo muerto incluido local. Burgos, que era consciente de la superioridad en la pintura del Zunder, buscó el lanzamiento exterior. Haarms seguía poniéndose las botas, en ataque e intimidando en defensa con sus 2,21 metros. Chumi puso la guinda a la primera parte, pero todavía con mínima renta burgalesa (39-37).
El murciano ya se pone los galones, los que lució en todo su esplendor en ese mismo escenario. Son buenas noticias. Las menos, que no tuvo acompañamiento en esa intensidad y que los burgaleses cada vez estaban más acertados en el lanzamiento exterior. El ataque celeste, además, era atascado, así que la desventaja se disparó para los locales y se fue a los nueve puntos, 56-47 con el necesario tiempo muerto de Justo. VdV cogió el mensaje, pero San Pablo seguía haciendo daño desde el triple. (66-54).
Con el trío oranje en el último cuarto (de lo mejor en esta pretemporada que ayer concluía) se buscó la remontada. El triple de Ndiaye provocó el tiempo muerto de Lolo Encinas, 68-61 a siete para el final. Alcanzaba su máxima renta el cuadro local, +13, y pareció ponerse las pilas el equipo de Marco Justo. Manu Rodríguez y Rosa intercambiaban triples. En el ida y vuelta sale beneficiado el que va por detrás y el que tiene más calidad. Leissner, por fin, apareció con su triple, 81-77 a 1'16''. Pero Kasibabu ponía la puntilla con los dos tiros libres y el posterior rebote ofensivo. 85-79 y la Copa se queda en casa, con revancha incluida.