La Seo muestra como santo del mes a la gran reformadora del Carmelo descalzo, humilde y pobre, Santa Teresa de Jesús, una de las figuras preferidas del santoral católico y no solo en España. Muchos cuadros, como el óleo barroco en que se exhibe, la representan con un ángel que con flecha de amor traspasa su corazón, como la fabulosa estatua de Bernini que hay en Roma, hoy en todas las historias del arte.
Hace pocos días, se reunían poetas y escritoras varias para celebrarse en torno a esa mujer ejemplar que realza del modo más refinado y poderoso la feminidad. La santa de Ávila fue excelente poeta y escritora, careciendo de estudios, y ha pasado a ser un clásico entre nosotros, leyéndose en muchos lugares del planeta, traducida a diferentes lenguas: es clave en la historia.
No me gusta mucho que en nuestras iglesias y catedrales pongan tingladillos o tenderetes sea de anuncios o con estilo expositivo, quede eso para los museos. Mucho menos que reserven una capilla a venta de chucherías piadosas, rosarios, postales o libros. El templo ha de ser lugar de recogimiento y para orar, para meditar y elevar el alma. Nuestra catedral es maravillosa y si dejaran entrar para pasear y meditar bajo sus bóvedas, en vez de sacarle rendimiento económico, muchas almas se verían reconfortadas. 
Que cada mes traigan unas esculturas, como sucede ahora, destacando a un santo, no parece mala idea si ayuda al espíritu a elevarse hacia el interior. Una de ellas, barroca, viene de la cercana iglesia parroquial de San Lázaro, de su sacristía. La célebre y querida Santa, de poderoso carácter, fue nombrada a principios de siglo, siendo vicerrector Unamuno, doctora honoris causa en la Universidad de Salamanca y más tarde de la Iglesia, declarada así por Pablo VI, la primera de la historia. Esta interesantísima escritora mística descubre en sus obras los fenómenos psicológicos más sutiles, en su búsqueda de Dios, con naturalidad y ternura, y vino a Palencia a fundar un convento en 1580, en la actual calle de Colón. Sabemos que visitó San Lázaro y Santa Clara, que sus huellas pasaron por estos paisajes, pero sobre todo quedaron.