Hace años, una tarde, sonó el teléfono fijo. Descolgué y oí una voz masculina que preguntaba: ¿Es ahí donde vive el mejor poeta de Castilla y León? Alguien me tomaba el pelo y reí a la vez que el interlocutor también lo hacía. Podía ser un poeta. Quería hablar con mi marido. Le pasé el teléfono. Hablaron largo rato. Oí nombres de poetas con quienes pasábamos alguna tarde de sábado o domingo en Zamora. Como Jesús Hilario Tundidor, antes de irse a vivir a Madrid. García Velasco eligió las ventajas de Palencia. Tundidor, un gran poeta. Ganó importantes Certámenes Literarios y, en 2013, el Premio Castilla y León de las Letras, modalidad de Poesía, lo recibió en 2014. Yo era amiga de Chari, su mujer. Salieron nombres de pintores zamoranos muy conocidos: Pedrero, San Gregorio, entre otros. La conversación se alargó en el tiempo y tanto Marcelino como la otra persona, aún desconocida para ambos, contestaba con cordialidad. Parecía sentirse a gusto.
Cuando colgó, me dijo que quien había llamado se llamaba Ángel Jorge, y había llegado -recientemente- para trabajar en El Banco Santander. Era cuñado de Demetrio Madrid, el primer presidente de Castilla y León. Vivían en un céntrico piso en la Calle Mayor. Muchas veces de las que fuimos a visitarlos, le oímos a él, a su mujer e hijas, cantar unas bellísimas canciones castellanas. Luego conocimos también a Demetrio y su mujer; hermanas. El presidente vivía en un soleado y enorme piso de la Cera Recoletos, en Valladolid. También, como Ángel Jorge y su esposa, cantaban las canciones de Voces de la Tierra puro folclore. Ignoro si habían sido tiempo atrás, integrantes del mismo. Fue una pena que desapareciese aquel grupo. Eran buenísimos todos los integrantes.
Por entonces, José Vélez en el Teatro Calderón cantó una canción escrita por mi marido, que ganó el Primer Premio a la letra en el Festival de la Paz. La partitura la compuso otro amigo palentino: Rafael Royo Abril. Alguien del jurado le dijo que debería quitar del texto la palabra malditos para evitar problemas pues la suya era la mejor letra y, posiblemente, Primer Premio. Y lo fue. ¡Qué tiempos, madre! Mejor que no vuelvan. Tuve claro que el ganador no sería Vélez, no fue llamado a maquillaje. El ganador, sí lo estaba.