Ortega y Gasset en 1921 dice que las causas de la invertebración de España son los errores y abusos políticos; la disgregación, el «particularismo», las nacionalidades y la ineptocracia o ausencia de los mejores en la dirección de la sociedad. Abril Martorell hablaba de evitar la España de dos velocidades. Sánchez haciendo suyo a Ortega la ha convertido en muchas más de dos.
Y eso se ve desde dentro y fuera del país. Hobsbawm, desde la izquierda, manifiesta que el empujón para la Gran Guerra Mundial lo dieron los nacionalismos. Zigmunt Baumann, europeísta desde la izquierda humanista, como la derecha, apoya Europa Unida. Y políticos de muchos países piensan que no hay que dar muchos tiros, solo uno, certero. Damos muchos, cada uno deja una traza, un rastro.
Y está comprobado que Sánchez no quiere a España, necesita para gobernar a los ingobernables y ser un «killer». Un «killer» pesebrista que solo se quiere a sí. «Si quieren ayuda que la pidan», debió corregir, «que me la pidan». Y cuanto menos españoles veneren su mano, más firme será su mandato. Pasaremos de la autarquía a la dictadura.
¿Y Aldama en este territorio, sólo es un comisionista, un vulgar choro, un mangante? La respuesta es no. Está comprobado que representó a España ante Venezuela. Ha sido comisionista y comisionado, pero eso puede no ser todo. España ha cambiado a los Morodo del partido de Tierno Galván, del PSP y de Zapatero por el dos de Urtasun, Álvaro Albacete también de ZP. Autarquía, salida de la dictadura.
¿Y si la misión de Aldama era devorar al sanchismo? ¿Si no, por qué un vulgar comisionista se esfuerza en recopilar pruebas de corrupción tan específicas y claras de todo un partido al que corrompe? Si sólo hubiera sido su afán el dinero, estaría buscando escape a la carrera, como vulgar cleptócrata, pero permanece tirando de la cuerda que puede hacer caer un régimen. Su objetivo: «llévate lo que puedas por delante». No hay que dar muchos tiros, solo uno certero. Aldama lo ha dado. Lo que no se sabe es por encargo de quién. Los cambios de opinión de Sánchez, que procuran los Frankenstein, generan muchas enemistades.