«¡Para, Faraón, que se caga la tía Morena!»

Fernando Pastor
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A la altura de Esguevillas, la Tía Morena comunicó que se le estaba aflojando el vientre

«¡Para, Faraón, que se caga la tía Morena!»

El día 21 de septiembre (el sábado pasado), fue la festividad de San Mateo, apóstol y evangelista, autor de un evangelio en arameo. Por el rito romano, porque por el rito bizantino esta festividad se celebra el 16 de noviembre, y la iglesia ortodoxa la conmemora el 16 de septiembre.

El domingo anterior al 21 de septiembre, dedicado aquí a San Mateo, la pradera del Santuario de Nuestra Señora del Henar, en Cuéllar (Segovia) es escenario de la Romería de la Virgen del Henar, acontecimiento que reúne anualmente a decenas de miles de personas en peregrinación. 

La Virgen del Henar, patrona de los resineros y de la Comunidad y Villa de Tierra de Cuéllar, ha sido coronada canónicamente. Quizás por eso, sus celebraciones son multitudinarias, comenzando la víspera con una vigilia que finaliza con una procesión denominada Rosario de las Antorchas, en la que los fieles recorren la pradera con la imagen de la Virgen del Henar alumbrada con velas, lámparas y antorchas.

«¡Para, Faraón, que se caga la tía Morena!»«¡Para, Faraón, que se caga la tía Morena!»El día de la Romería, con la pradera llena de tenderetes, carruseles y bares vendiendo las típicas sardinas asadas, desde muy pronto se suceden actos litúrgicos y la imagen es sacada en andas y portada hasta la pradera en una carroza en procesión con música de jotas con dulzaina y tamboril, concluyendo con el canto de la Salve Popular.

El domingo siguiente a la romería (en este caso ayer) se celebra la fiesta llamada El Henarillo, en la que se repiten tanto diversos actos religiosos como la feria descrita.

En esta peregrinación a la Romería de la Virgen del Henar no podía faltar presencia cerrateña. Así, allá por los años 30, un grupo de vecinos de Cubillas de Cerrato fletaron un carro y contrataron para ello a Faraón Camino Asensio. 

Faraón, natural de Castroverde de Cerrato, trabajaba de recaudador en el Ayuntamiento de Valoria la Buena, localidad a escasos kilómetros de Cubillas. Además tenía vehículos con los que se sacaba unas perrillas extra transportando a quien se lo pidiera, regularmente a Valladolid, pero también a otros destinos de forma casual.

El día de la Romería de la Virgen del Henar Faraón salió de Valoria y recogió a la expedición romera en la entrada de Cubillas. Entre los pasajeros montó una señora a quien todo el mundo llamaba la Tía Morena, que ese día estaba aquejada de una dolencia intestinal (diarrea). 

Cuando la expedición llegaba a la altura de Esguevillas de Esgueva la Tía Morena comunicó a sus próximos que se le estaba aflojando el vientre, sintiendo la necesidad inaplazable de evacuar. Entonces alguien quiso comunicárselo al conductor, para que parase cuando pudiera, al grito de «¡para, Faraón, que se caga la tía Morena!».

Al margen de la anécdota puntual en sí misma, el sucedido dio pie a que se popularizase la expresión como sinónimo de escepticismo ante la exageración. Si es habitual que cuando alguien cuenta algo que se estima como exagerado o descabellado el destinatario de la afirmación exclame «¡para el carro!», sinónimo de «no me lo creo». En Cubillas de Cerrato la exclamación es «¡para, Faraón, que se caga la Tía Morena!».

Me puso tras la pista de este episodio el maestro de periodistas Gonzalo Ortega Aragón, cubillero insigne, quien también me contó otro dicho muy popular en Cubillas de Cerrato: «Esto es como lo del pavo de la Tía Barula», expresión que se ha quedado como sinónimo de pillería o artimaña ya que procede de un sorteo que realizó una mujer que llamaban la Tía Barula. Acuciada por la necesidad, organizó la rifa de un pavo por Navidad y se las ingenió para que le tocara a ella misma, quedándose con el pavo y con la recaudación. 

Pero eso es otra historia y bien merece capítulo propio.