Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


El calor de un abrazo

28/09/2023

Estos días se debate mucho, en la calle, en el Congreso, en casa... Expresarse, respetar  opciones distintas, en calma, sin romper la armonía existente entre quienes fueron amigos, vecinos o conocidos es difícil. El arte de ceder está devaluado, pero es necesario para una sana convivencia. Se preguntarán si el comienzo de mi columna estará equivocado o me habré ido por los Cerros de Úbeda. Los abrazos son muy necesarios cuando una pérdida nos llega por sorpresa y cambia nuestra vida ante lo inevitable. He recibido muchos durante estos meses en los que -personas que apenas conocía más que de vista- se acercaban para darme el pésame por el fallecimiento de mi marido. Y, créanme, ese contacto breve, sincero, me ayudó a seguir adelante, en solitario. Ve paralelismo en intentar aprender otras lenguas y extender nuestra lengua castellana. Unidos por ese vínculo, compartimos abrazos. Nos entendemos. No estamos solos. Guardo un manifiesto por la lengua común- que firman, por orden alfabético, Vargas Llosa, J. A. de la Marina, Aurelio Arteta, Félix de Arzúa, Albert Boadella, Carlos Castilla del Pino, Luis Alberto de Cuenca, Arcadi Espada, Alberto González, Antonio Lastra, Carmen Iglesias, Carlos Martínez Gorriarán, José Luis Pardo, Álvaro Pombo, Ramón Rodríguez, José María Ruiz Soroa y Fernando Sabater.
Después de tanto ruido y escasa cosecha de nueces, pienso que un buen entendimiento entre las partes es como un abrazo porque se convierte en calma, da calor, produce  paz. Y eso quisiera para todos los españoles. Nuestra lengua común es el castellano que hablamos la inmensa mayoría, sí. Yo he vivido en Galicia, mis cuñados son gallegos y uno de ellos siempre habla gallego, a pesar de que domina el castellano. Una de mis hermanas, Loli, a quien le llevo 15 años, está casada con él. Juan Pallas Mayo, quien se expresa en gallego. Loli  se matriculó en esa lengua y la domina al cien por cien. Se da el caso de que su hijo se enamoró de una joven vasca y aprendió vascuence. Una  hermana de mi padre, emigró a Barcelona. Se jubiló. Asistió a clases en la Casa de la dona, porque me decía que le gustaba aprender bien y, así, entender mejor el catalán. Su nieto trabaja ahora en el Parlament. Las lenguas son vehículo de unión, casi, como los abrazos.

ARCHIVADO EN: Arte, Guardo, Barcelona, Cuenca, Galicia