Decía Maquiavelo que "en el principado nuevo se encuentra la dificultad" porque "los hombres cambian contentos de señor creyendo mejorar", aunque, luego, algunos comprueban que no es así y se lanzan contra el príncipe nuevo. Nosotros, Majestad, hemos mejorado en estos diez años porque usted prometió honestidad, integridad y transparencia y lo ha cumplido. Posiblemente hacen falta algunos pasos más, pero si en España todas las instituciones cumplieran su cometido institucional y se comportaran como la Corona, este país sería modélico. Lo fue en un tiempo pasado, con su padre el Rey Juan Carlos -sin el que la Transición y la reconciliación entre españoles no hubieran sido posibles- y dejó de serlo hace mucho no sólo por algunos comportamientos inaceptables en un Rey, sino también por el de algunos políticos que han socavado los principios de concordia, consenso y servicio a los ciudadanos. Y que lo siguen haciendo sin freno y sin medida.
La Corona es la institución que representa a todos los españoles. Y tanto su padre como usted han demostrado que es así. En este país, hace cincuenta años los monárquicos eran una especie casi extinguida y hoy no sé si hay muchos o pocos. Pero entonces y ahora hubo muchos "juancarlistas" convencidos y ahora son mayoría los españoles cuyo respeto usted se ha ganado. La discreción, la prudencia, el saber estar al servicio de todos los españoles sin excepción, su defensa de la Constitución en todo momento y la ejemplaridad son algunas de las claves de estos diez años nada fáciles. El papel de la Reina y la educación de sus hijas también han sido fundamentales. Tenemos una Monarquía "normal", moderna, con presente y con futuro, que cumple sus funciones con rigor y eficiencia y que no se inclina por nadie en la lucha partidista. No podemos decir lo mismo de casi ninguna otra institución, sometidas casi todas a la lucha por el poder, a la utilización espuria o a la pelea partidista. Sólo la Monarquía es de todos, a pesar de que algunos, incluso dentro del Gobierno, la socavan, tratan de reducir su presencia pública o, directamente, querrían otro régimen y otra Constitución.
Seguramente la decisión que usted tomo hace diez años fue la más difícil de su vida. Diez años después, todos hemos salido ganando. Necesitamos una Monarquía y un Rey fuertes, que defiendan los valores españoles y europeos de libertad, igualdad, fraternidad y concordia. Un Rey y una Monarquía que promuevan la defensa de los derechos humanos, la libertad y la responsabilidad de los medios de comunicación, la igualdad ante la justicia, la separación de poderes y la independencia judicial, el acceso a la educación, la sanidad y la vivienda. Todo está en nuestra Constitución, la que nos ha dado casi cincuenta años de libertad y progreso, la mayor etapa de paz de la historia de España. Y muchas de esas cosas están hoy amenazadas. ¡Cuánto tienen que aprender los políticos de esta Monarquía!
El periodista y escritor Carlos Aganzo acaba de publicar un excelente libro, "Don de la Insolencia", sobre un político, poeta, vividor, insolente, conspirador y apasionado de los dormitorios ajenos, Juan de Tassis, conde de Villamediana. En uno de sus sonetos, dirigido "a un poderoso vicioso", dice así: "Y aunque ciña de laurel y oro tus sienes/ y gobiernes la rueda de Fortuna / y pongas a tu gusto al mundo leyes,/ y aunque pises la frente de la luna,/ y huelles la corona de los Reyes/ si la virtud te falta, nada tienes".
Siga fiel, Majestad a sus principios y a su deber con los españoles y léales a los políticos que le visitan, sean del color que sean, estos versos de Villamediana. Ellos sí que lo necesitan. ¡Feliz Aniversario, Majestad y por muchos más años por el bien de España!