Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Exorbitante

28/09/2023

El impuesto más injusto que se haya creado no tiene forma de tal. Ni siquiera necesita ser objeto de liquidación específica ni un impreso para declararlo. Actúa de modo taimado, va a su rollo y no responde a leyes. Es hijo de mil padres y constituye una excelente ratificación de que lo inesperado es lo que siempre ocurre. Un xilofago que carcome lo que se le ponga por delante. Se llama inflación, es destructivo y se está enseñoreando del mundo.
Por alguna razón, esta inflación obstinada, lejos de capitular, experimenta un rebrote, como la covid, pandemia de efectos desestabilizadores que dejó la economía desbaratada y desquiciada. Lo desconcertante es que, pasado aquello, y con la guerra por medio, los precios, aunque en descenso, siguen vapuleando las cuentas de las familias, las empresas y los estados.
La calamidad para llenar el frigorífico fue subsiguiente a la ruina de colmar de combustible el depósito pero una climatología al rojo vivo parece rematar la faena de un modo inapelable. Así que al precio exagerado del aceite se une el azúcar, las patatas, todo lo que se come y se bebe.
Los bancos centrales, repletos de burócratas voraces, ya no saben qué hacer con el juguetito de los tipos de interés, subir el precio del dinero para que baje el precio de lo demás. Pero no baja. Y así andan, los sueldos, decrecientes, las facturas, fortaleciéndose, y los costes… ¡ay los costes¡: lo mismo, cuesta más. Un nudo gordiano sin herramientas para destrabarlo.
Hay quien piensa que este es el problema de manual que sólo se resuelve cuando se rompe del todo. Puede ser. Pero es de lamentar. La falta de debate sobre la materia –esa tontuna que a veces nos da por fijarnos en el dedo y no en la luna–, escala sus consecuencias lo mismo que la falta de tratamiento incrementa la infección. Y ahora viene el invierno, con sus exigencias energéticas y sus tensiones específicas. Y el IVA sigue engordando con el precio….