Óscar Becerril es uno de los nuevos activos que se han incorporado recientemente a la gran familia de Galletas Gullón, concretamente en el departamento de Sistemas, donde se ocupa de todo lo relacionado con la conectividad de la fábrica y la denominada Industria 4.0, aquella que combina técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes.

Ingeniero de Telecomunciación (Teleco), Becerril trabaja en el pueblo que le vio crecer y formarse en el seno del colegio San Gregorio. Y es que, además de un empleo estable, en la galletera aguilarense ha encontrado el lugar idóneo que le permite compaginar su actividad profesional con su vida personal, lo que para este joven de apenas 23 años de edad resulta todo un «lujo» a todas luces inalcanzable en grandes ciudades como Madrid, donde residió durante su etapa universitaria. «Trabajar en el pueblo ayuda a conciliar la vida laboral, familiar y social», especifica a este respecto. 

Además, pone en el acento en otra de las «ventajas» de vivir y trabajar en Aguilar, que es el coste de la vivienda, con precios«más asequibles» de los que se pueden encontrar en las ciudades.

«Gullón lleva el nombre del pueblo por todo el mundo y, como aguilarense, no puedo sentirme más orgulloso de trabajar aquí», destaca. «Es un vecino más», añade el empleado, uno de esos 2.000 trabajadores directos que convierten a la industria agroalimentaria en «el motor que lo mueve todo en Aguilar y los pueblos de alrededor». No obstante, gracias a estas abultada plantilla se mantienen el resto de sectores de la localidad: familias que llevan a sus niños al colegio, trabajadores que hacen la compra en las tiendas del pueblo u operarios que consumen en los establecimientos hosteleros.

En Gullón, Becerril goza de un «buen horario» que le permite mantener aficiones como correr o salir en bici. Por eso, ante la pregunta de si recomendaría a jóvenes como él unirse a la empresa lo tiene claro: «por supuesto, es una empresa muy fuerte en la que fácilmente encontrarán su sitio».