Se acabó la dulce agonía. Zunder Palencia, tras su honrosa y digna derrota ante el necesitado Baskonia (pese a su potencial, y estar entre los ocho mejores equipos de Europa no lo está entre los ocho mejores de la Liga Endesa) consumó de forma matemática lo que antes era virtual: su descenso a LebOro.
Dulce agonía porque aunque no se lograse el objetivo de la permanencia, los aficionados palentinos han disfrutado del espectáculo de la ACB, en la victoria (pocas) y en la derrota (muchas) confirmándose que Palencia es una ciudad (una provincia) de baloncesto. Lo de ayer no fue un ¡adiós!, sino un ¡hasta pronto! De hecho, todavía restan tres jornadas, una de ellas en La Caldera de Castilla, que seguro volverá en próximas temporadas a vivir la apasionante Liga Endesa.
Tiempo habrá para analizar los errores que se han cometido en esta campaña, para no repetirlos en el regreso, entre ellos, el fiasco de los fichajes de los jugadores norteamericanos. El descenso era asumible, por aquello de pagar la novatada, pero lo que duele es que la permanencia no estaba tan cara y que hay equipos de peor nivel al morado. Ayer, sin ir más lejos, se demostró ante Baskonia. Es hora de ir planificando la próxima temporada en la Leb Oro, categoría que no es nada fácil y que para nadie es un paseo militar. Que se lo pregunten a Estudiantes o a Burgos.
En cuanto al partido, salida impetuosa, eléctrica, llena de intensidad, sin complejos y atrevimiento de los morados, tanto que tras el inicial 7-0 después de minuto y 16 segundos de juego, el técnico visitante, Dusko Ivanovic, solicitó el primer tiempo muerto para intentar despertar a su equipo. Para ello puso en juego a su estrella, Howard, que comenzó en el banquillo (la otra, Moneke, como se anunciaba, era baja por lesión). Ese es el baloncesto que puede desplegar este equipo, que engancha, que enamora, y que en puntuales ocasiones y no de forma constante ha realizado. Ese ha sido uno de los problemas de esta temporada. Apoyados en los tres jugadores más destacados en este momento (y posiblemente de la temporada), Pasecniks, Van der Vuurst y Kamba, los morados disparaban su renta a los diez puntos. Baskonia no daba crédito. Pensaba que por fin iba a tener una noche tranquila dentro de su infernal calendario (venía de perder dos partidos en esta semana en la Euroliga ante el Madrid en el Wizink Center), pero le tocó emplearse a fondo con todo su potencial, su artillería, su elenco de grandes jugadores.
Era el momento de dar descanso al brillante quinteto inicial, con únicamente seis minutos en juego transcurrido. ¡Kamba, quédate!, sonaba en la grada. Uno de los héroes del ascenso, uno de los ídolos de la afición en la ACB. Tiene otro año de contrario, pero…. Ubal se convertía en la sombra de Howard. Pero el máximo anotador de la Liga Endesa y de la europea tiene una muñeca prodigiosa. La segunda unidad también mantenía el tipo. 32-27 en un primer cuarto espectacular, de auténtico ensueño.
A la fiesta se sumaba el resto del equipo, especialmente Benite. Se veía a un Zunder suelto, liberado. Tras un nuevo triple del brasileño, de nuevo tiempo muerto vitoriano, 39-30 al minuto y medio de la reanudación. Se estaba repitiendo la misma historia. Pasecniks era el dueño y señor de la pintura. Kamba ponía sus muelles en su máxima extensión. Se estaba viendo al mejor Zunder de la temporada ante un señor equipo. 47-35 (a cinco minutos para el ecuador) y la aparición habitual del trío arbitral. +17. Increíble, pero cierto. Baskonia tenía vida gracias al triple y a Howard. (23 puntos en el primer tiempo. Cuando la renta bajó de la barrera de los diez puntos, primer tiempo muerto de Luis Guil. Buscaba recuperar oxígeno y refrescar ideas en un primer tiempo de película. Con cuatro en caja y Kamba sobre Howard acababa el segundo acto con un 57-48.
Del partido a intercambio de canastas, de posesiones cortas y muchos aciertos, se pasó a un juego más trabado, con menos ritmo. La actuación arbitral encendía todavía más a la grada. Este juego más pausado, esta nueva dinámica y situación, favorecía a los vascos, que se colocaban a dos puntos, 64-62, en el minuto cinco del tercer cuarto, provocando el tiempo muerto de Guil. Reacción inmediata, +6, y llamada al orden del entrenador vitoriano. La segunda falta personal visitante era celebrada con sorna como si fuese la última canasta del partido. Un triple, uno más, del descomunal Howard, a minuto y medio para el final del tercer cuarto, ponía por primera vez por delante al Baskonia. Otro triple sobre la bocina de Costello, dejaba la máxima renta rival, 72-76.
POLÉMICA. El partido se encendió todavía más en el inicio del último periodo cuando Luis Guil era enviado al vestuario por dos técnicas. Los árbitros, en su concierto de silbato en do mayor, estaban estropeando un encuentro precioso. Alberto Padilla, como, curiosamente, ocurrió en el partido de ida, se hacía cargo de la dirección del equipo. Poco a poco, el peso de la lógica se iba a imponiendo, hasta alcanzar un -14 en pleno desconcierto en la cancha y enfado monumental en la grada. Le fallaba por primera vez el tiro exterior, Zunder, en un ejercicio de orgullo, se colocaba a cuatro a 2'44'' para el final. Howard, al que le habían dado unos segundos de descanso, apagó el fuego con su enésimo triple. Y se acabó.