En medio del clamor popular, inmenso, del sábado pasado en Madrid contra la Amnistía aunque la delegación del gobierno sanchista pretenda, con su cuenta de la vieja, dividiendo por 4 si es en contra y multiplicando por 10 si es a favor, reducirlo a un pequeño alboroto, se escucharon en Cibeles voces no muy comunes en estos actos considerados de derechas y donde flamean, ¡qué escándalo!, banderas de España y encima en la capital de España, ¡inaudito!
Eran voces de la cultura, con peso, con libros, con notoriedad muy ganada. Escritores y hasta un filósofo, Fernando Savater, este sí que curtido en plantarse en la calle, cuando nadie se plantaba, ante el terror etarra. Su mensaje caló hondo y dolió, se notó en las redes, a quienes han traicionado principios, ley, dignidad y palabra.
El impacto de la gran manifestación, dejó en un discreto plano pero vino a arropar también, un manifiesto, que el propio Savater también rubricaba, de más de un centenar de literatos, pintores, escultores, dramaturgos e intelectuales de diversas disciplinas, todos con obra publicada y en muchos casos muy relevantes, de los que tienen sitio en los escaparates y estantes de privilegio en las librerías. Era un documento reposado, medido pero contundente en sus argumentos y claro en sus conclusiones. Lo que está sucediendo en España es un atropello constitucional a los derechos de los ciudadanos españoles, a su constitución y sus leyes. Un servidor lo ha rubricado también y se siente orgulloso de poder acompañar en el listado a autores a quienes admira como a Juan Eslava Galán, Luz Gabás, Gonzalo Giner, Jorge Molist, Maria Oruña, Isabel San Sebastián, Jorge Díaz, Emilio Lara, José Luis Alonso de Santos, pintores y dibujantes como Ferrer Dalmau, Nieto y Puebla y a tantos otros con quienes la democracia y la cultura nos une.
La lista ha tenido también su impacto y algo más que por el tema abordado, que sin duda entraba de lleno en la política aunque se señalara que se hacía desde lo personal y sin adscripción a sigla, partido ni organización de tal tipo alguna, ni tan solo por los firmantes, sino por un hecho que en los comentarios en las redes sociales comenzó a aflorar.
La sorpresa era que los abajo firmantes no eran los de siempre en tales manifiestos y no estaban con el dedo en la ceja y pidiendo el voto, por supuesto para la izquierda, o esta cosa que es ahora. Pues, la duda ofende, sabrán que no se puede ser considerado de "la cultura" si no se profesa acatamiento y fe a las doctrinas progrecráticas y el pensamiento único y se cae de no hacerlo en el lado oscuro de la fuerza y pasar a ser facha sin remedio. Y resulta, que sí, que se puede. Aunque algún valor hay que echarle, porque el atreverse supone ser condenado a las tinieblas exteriores, ser señalado como un apestado y no entrar en el Olimpo de los buenos y virtuosos donde ellos dan carnet de entrada. Pero este empieza a ser un carnet que más que dar lustre lo que empieza a ser es manchar de cieno.