Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Aijada

05/01/2024

Confieso que no había oído nunca, hasta tener en mis manos el léxico que la universidad popular le hiciera libro al palentino Carlos Vielba, la palabra «acolombrado», que se decía sobre el vino en Santibáñez de Resoba, cuando estaba en un pellejo o colambre. En Otero de Guardo y Pomar de Valdivia encontraron la palabra «acomolgo», lo que viene a ser el colmo de una medida. O «acorajarse», como se referían los de Camporredondo a la madera carcomida. El escritor barruelano Francisco Merino dejó recogidas en sus publicaciones muchas palabras que nos sorprenden gratamente, como «acusita», que se decía de quien acusaba. En Menaza, al hecho de sacrificar una oveja y repartirla entre otros vecinos se le denomina «adra». De igual modo se utiliza la palabra en Lastrilla, con una acepción más, la que hace referencia a la leña que corresponde por sorteo a cada vecino tras la tala conjunta en el monte. Curiosamente, en Camporredondo, se referían a las «adras», aludiendo al reparto de suertes o parcelas comunales entre los vecinos del concejo. El equipo que fue con la grabadora y el bolígrafo de pueblo en pueblo, o que se hizo eco del vocabulario en los libros que se han publicado sobre la montaña palentina, explican cómo los vecinos de Riosmenudos de la Peña llamaban «aforrarse» a quien se empeñaba en hacer algo que a otros les parecía incorrecto. Y sobre «agañotar», a mí me viene a la memoria lo que se decía por nuestra zona, «mira que te agañito», que era lo que se entendía por apretar la garganta. Seguramente, muchos de los lectores han oído hablar de los «agosteros», que eran los mozos de corta edad que durante los meses de verano iban a otras casas a ayudar en las tareas del campo. Por otra parte, aunque en todos los pueblos, «agüerar» era el hecho de incubar los pollos la gallina clueca, recuerdo cómo se hacía alusión a esta palabra para referirse el estado de alguien: «Parece que estás agüerando». Otra palabra curiosa, ya fuera de uso, era «aijada». Se trata de una vara de avellano con un fino aguijón en un extremo, que se usaba para arrear las vacas. Esta curiosa vara llevaba una cuña metálica en el otro extremo que se utilizaba para quitar la tierra pegada al arar.