El Ejecutivo ha concedido asilo político al líder opositor Edmundo González Urrutia. Ha sentado las bases para que Nicolás Maduro, por primera vez desde que se celebraron las elecciones, se haya apuntado un tanto que le afianza en el poder. 
La petición de asilo partió de Urrutia, pero se equivocan quienes asumen el espíritu del comunicado del ministro Albares: «El Gobierno de España está comprometido con los derechos políticos y la integridad de todos los venezolanos». No cabe más hipocresía en menos palabras. Comprometerse con los derechos políticos obligaría a denunciar bien alto que Maduro no ha asumido el resultado de las urnas, y que ha detenido a centenares de opositores que le exigían que hiciera público el recuento de los votos del 28 de julio. 
Ha ordenado a sus Fuerzas de Seguridad ser implacables con quienes se manifiestan en las calles, y desde esa fecha se han producido medio centenar de asesinatos. Miles de venezolanos se encuentran escondidos porque peligran sus vidas, y se han ido fuera del país los que han podido. El ejecutivo venezolano no respeta siquiera la inmunidad de las sedes diplomáticas en las que buscan refugio los opositores, y se suceden los casos de torturas a los presos políticos para que denuncien, más que a González, a la líder Corina Machado, inhabilitada fraudulentamente por Maduro y los jueces afines que dieron luz verde a la «limpia» de sus detractores.
El papel de la comunidad internacional ha sido muy cobarde ante el golpe de Estado de Maduro. Repiten que debe entregar las actas del recuento, y poco más. No las entregará, porque el resultado electoral es demoledor para él. Si fuera bueno, ya las habría hecho públicas.
La tibieza de la Unión Europea y de Estados Unidos da pie a que continúe en el poder un dictador de libro, un dictador con todas las letras que utiliza los métodos habituales en esos casos; corrupción incontrolada, encarcelamientos, torturas, enriquecimiento a través del narcotráfico y utilización de las instituciones en las que previamente ha colocado a sus peones.
Delcy Rodríguez, uno de los personajes más siniestros de Venezuela junto a su hermano Jorge, ha transmitido en un comunicado sobre la marcha de González que «en apego a la legalidad internacional, Venezuela ha concedido los debidos salvoconductos en aras de la tranquilidad y paz política del país» y señalado que «esta conducta reafirma el respeto por el Derecho que ha primado en la actuación de la República Bolivariana de Venezuela en la comunidad internacional».
Lo que hay que oír. O leer.
Maduro ha contado con la fortuna de tener enfrente a un candidato que no aguantó la presión y ha pedido asilo al Gobierno español. Sánchez presumirá de sensibilidad hacia los problemas del pueblo venezolano, pero si efectivamente está preocupado por ese pueblo harto de soportar una dictadura insoportable, mejor haría denunciando abiertamente las fechorías de un personaje que cumple todos los delitos de un dictador y que gobierna sin facilitar las actas electorales con el recuento.