El pasado 23 de septiembre, una plataforma vecinal en ciernes del barrio del Carmen -hace años que desapareció la asociación como tal- llevó a cabo una concentración en demanda de mayor seguridad y durante la semana que acabamos de dejar atrás, ha habido un buen número de detenciones al amparo de una macrorredada contra la droga, con raíces en esa zona del sur de la ciudad.
No es que estemos ante un barrio sin ley, donde la gente no quiera vivir y en el que el resto de ciudadanos tema adentrarse, pero sí existen ciertos núcleos en los que existe un mercadeo más o menos explícito de sustancias estupefacientes y es cierto, asimismo, que en los últimos meses se han denunciado asaltos a viviendas y robos a personas mayores por el procedimiento del tirón.
De ahí la concentración y la protesta de hace unos días y de ahí, también, las quejas que acompañan al sentimiento de algunos vecinos de desprotección. Porque no tiene demasiado sentido que desde la administración competente en materia de seguridad se quite hierro al asunto de la inseguridad en barrio como El Carmen y, a renglón seguido, unas horas después se nos plantee una macrooperación policial con cerca de una veintena de detenciones, que incluyó registros en pisos de esa zona. Los directamente afectados por ese tipo de delincuencia han llegado a pensar que se les ninguneaba en cierta forma al tildar de exageradas sus peticiones. Seguramente en este, como en otros muchos casos, los extremos sean malos además de inútiles, y ni la inseguridad sea tanta como proclaman algunos ni tan poca como responden otros. La realidad, que es muy tozuda y acabar por imponerse frente a unos y a otros, estaría más bien en una especie de término medio.
Sea como fuere, pero más aún después de las citadas detenciones relacionadas con el barrio, aunque no solo con él, convendría poner un poco más de atención, reforzar la vigilancia y realizar controles más o menos periódicos por la zona.
Dios nos libre de decir a nadie como tiene que hacer su trabajo, ya que se da por supuesto que lo conoce bien y más en ámbitos tan delicados y complicados como el de la seguridad, pero ver a más policías patrullando por allí, quizá tuviera carácter disuasorio. En cuanto a las causas profundas que hayan generado o llevado hasta allí determinados comportamientos, tocaría ponerse a investigar sociológicamente, pero por ahora es más urgente atender esa demanda e incrementar la seguridad vecinal. Por quienes la piden para sentirse protegidos, por quienes pasean por sus calles, plazas y parques, por los palentinos que quieren una ciudad tranquila y segura en toda su extensión y por los foráneos.