Las primeras referencias de Arda Güler, para la 'generación tik-tok', eran vídeos cortos con filigranas y 'toquecitos' de fantasía en los entrenamientos. Pasados por el tamiz de las redes sociales de los equipos grandes, cualquier pequeño detalle se eleva a los cielos. En un momento de la pretemporada no sabíamos si el Real Madrid había fichado a un jugador de fútbol o a un malabarista. Y, de hecho, por culpa de las lesiones, no lo supimos hasta hace poco. Es más: solo hace tres semanas Ancelotti afirmó aquello de «he cambiado a Güler porque me pagan para ganar partidos, no para dar minutos a los jóvenes».
Hoy todo es distinto. De nuevo, el enorme altavoz merengue ha magnificado el mensaje y el momento, pero es evidente que el chico «tiene algo especial». Palabras del propio técnico, que ha mimado el ingreso del turco en las rotaciones del equipo hasta que no ha estado plenamente recuperado de sus dolencias: «A su edad (cumplió 19 años el pasado 25 de febrero) no debe precipitarse. Debe tener paciencia».
Solo ha disputado 373 minutos en Liga repartidos en 10 partidos. Le quedan sueltos en el currículum de la temporada otros 59' en un duelo de Copa y ocho más en la Supercopa de España. Con tan poca participación, a Güler le ha dado tiempo de sembrar un montón de ilusión en la afición merengue: seis goles… en seis disparos a puerta. Extrañamente infalible. Ha aprovechado la relajación del combinado tras el título de Liga y, en la entrada en bloque de la 'unidad b' (cuidando la 'a' rumbo a la final de Wembley), el otomano ha pasado de ser un 'virguero' de vídeo corto a una solución asombrosa cara a puerta. «Es mejor cuanto más cerca está de la portería contraria», analizaba Ancelotti con media sonrisa orgullosa: todo le sale bien a final de curso, cuando más lo necesita.
El joven centrocampista ha marcado en los tres últimos partidos (doblete incluido en La Cerámica) y promedia un tanto cada 54 minutos: no es un regateador al uso ni un animal de área… pero tiene gol, lo que marca la diferencia en el fútbol. Posee la habilidad de los últimos metros, el desparpajo y el descaro del recién llegado y un instinto innato para irrumpir en el espacio libre. De repente, como le sucedió con Bellingham, el Madrid 'se ha encontrado' a otro artillero inesperado. Y hay que contar con las llegadas de Mbappé o Endrick, la continuidad de Vinícius, Rodrygo, Brahim Díaz y Joselu unidas a la del inglés…
El 'no' del Barça
La llegada del turco a Chamartín se fragua después de un viaje fallido de Deco (Barça) a Estambul. El director deportivo azulgrana y Joan Laporta desestimaron la operación por considerar que le precio que le ponía el Fenerbahçe era excesivo. Esos 20 millones de euros no invertidos parecen ahora un error grave al lado de los 30+31 que se destinaron a Vitor Roque en enero. Apenas unos días después del «no» del Barcelona, el Real Madrid hizo la tarea.
Juni Calafat, uno de los hombres de confianza de Florentino Pérez (el que más en la parcela de fichajes de futuro) fue el artífice de la recomendación y llegada de Güler al Bernabéu. Nacido en Madrid pero criado en Brasil, es el 'arquitecto' del equipo que se fraguó (suyo fue el fichaje de Casemiro en invierno de 2013, justo había dejado su puesto como comentarista en Movistar), pero también del que viene: su firma está en los fichajes de Vinícius, Valverde, Militao, Rodrygo, Camavinga o Tchouaméni, ahora Endrick… e incluso fue pieza clave en la llegada de Bellingham. Es cierto que de su espalda cuelgan otros bastante menos exitosos como los de Jovic, Reinier, Lucas Silva o Hazard, pero el porcentaje de acierto de Calafat es enorme con el llamado 'talento joven'. De hecho, también fue el encargado de dos apuestas como las de Odegaard o Kubo, que no llegaron a florecer de blanco, pero sí han 'roto' como enormes futbolistas lejos de la capital.