Se ha inaugurado recientemente en Palencia una empresa dedicada a la comercialización de mariscos y pulpo congelado.
Al parecer, algún emprendedor de la ciudad ha apostado por la compra a gran escala de estos productos para cocerlos, envasarlos y comercializarlos desde Palencia, una ciudad mesetaria muy alejada del hábitat natural de las delicias del mar que todos asociamos a las rías gallegas.
Breixo, un joven de Pontevedra, trabaja en esta empresa palentina Tiene 25 años y se ha graduado recientemente en Ciencias del Mar en la Universidad de Vigo.
Le ha costado adaptarse a Castilla después de haberse criado en la ubérrima costa de la provincia de Pontevedra. El clima, el paisaje, el carácter castellano chocan con la idiosincrasia del gallego. Pero, poco a poco, se está acostumbrando a la capital y a sus gentes. En el proceso de aclimatación cuenta a su favor la durísima vida que le ha tocado en suerte.
La madre de Breixo le trajo al mundo siendo apenas una adolescente. El padre, un joven bohemio del País de Gales, no tenía ni la madurez ni los recursos para sacar adelante a su vástago. La joven pareja viajó con su niño a las Islas Británicas y se estableció en Escocia. Iniciaron una vida alternativa siguiendo un modelo contracultural que los llevó de comuna en comuna. Subsistían a base de ayudas sociales y de pequeños trabajos artesanales que intentaban vender en los mercadillos del Norte de Europa durante los meses de verano.
Breixo ni aprendía hablar con corrección en gallego ni en español, ni en galés. Apenas chapurreaba un incipiente inglés cuando ya contaba ocho años.
La situación de abandono del niño obligó a los abuelos maternos a intentar rescatar a su nieto de la vida de bohemia y de la precariedad en la que se desarrollaba su vida. Consiguieron, no sin dificultades, hacerse con la patria potestad de Breixo y traerlo a su Galicia natal. Parecía el final feliz de un cuento de hadas, pero aún faltaba mucha tragedia en la vida del muchacho. Su abuelo se divorció y puso fin a una relación que había comenzado precisamente debido al embarazo inesperado de la futura abuela de Breixo. Y el niño quedó en un limbo jurídico de competencias de custodia. Asumió el abuelo la responsabilidad de la crianza del nieto.
El abuelo de Breixo, un poco picaflor, inconstante en sus relaciones y caprichoso e inmaduro emocional, pronto tuvo una nueva pareja. Su flamante nueva esposa, sin lazos de sangre ni de legalidad responsable con el niño, aceptó con una bondad y generosidad encomiable hacerse cargo del nieto postizo que le había tocado en suerte al contraer matrimonio. Ofelia y Breixo simpatizaron y por primera vez en su vida el niño se sentía querido en un ambiente familiar adecuado para desarrollarse como persona y ser feliz.
Poco había de durar este idilio. Un nuevo divorcio de su abuelo, un acomodado comercial de la Coruña que parecía no encontrar un punto de inflexión en sus constantes devaneos amorosos, volvía a dejar en situación de desamparo a Breixo. Su abuelo dedicaba más tiempo a rehacer su vida que a cuidarse del futuro de su nieto. Su nueva pareja no quería saber nada de cargas familiares previas.
Y es en este momento donde comienza el cuento de hadas. Ofelia, sin ataduras de consanguinidad ni obligación legal, viendo el nivel de desamparo en que quedaba un Breixo adolescente al que el abuelo abandonaba a su suerte, asumió con generosidad infinita velar por el muchacho.
Gracias a Ofelia, que vigilaba, orientaba y ayudaba al nieto de su exmarido, Breixo acabó la carrera universitaria con éxito y pudo lograr un trabajo bien remunerado en Palencia.
No me cabe duda. Algún día Ofelia verá premiada su entrega y dedicación al chaval. Breixo aún es demasiado joven como para valorar el amor y el esfuerzo de una mujer que le trata como si fuera el hijo que nunca tuvo.
Ofelia no espera nada a cambio. Sólo el respeto y el cariño de su joven protegido. Pero algún día recibirá su recompensa. Breixo sabrá considerar como su familia real a la persona con la que no tiene ningún lazo de sangre.
El próximo fin de semana su hada madrina viene a visitarle a Palencia. Le ayudará a poner orden en su apartamento, le hará la compra y sonreirá satisfecha viendo que Breixo ha encontrado un camino de futuro. También comprobará que el joven la quiere.