Ahora ayudo en los deberes a Pablito, sobrino que no ha entrado en la pubertad. Veo que le hablan de palabras tabú. No hay palabras tabú sino situaciones o conductas tabú, que resultan inmorales o inaceptables para una sociedad concreta y varían con sus transformaciones.
Romper tabús con una conducta, es considerado falta social grave, pero no hay palabras tabú. Los tabús son situaciones. A Pablito le enseñan que tabú es la palabra «ciego», a sustituir por «invidente». Esa consideración de palabras prohibidas nos llevaría a no poder hablar del Lazarillo de Tormes, de burlas al ciego, anulando la literatura picaresca, donde se lee borracho, en vez de ebrio. Cancelaríamos, con la ideología woke expresamente a Baroja, Valle Inclán, Cela y tantos otros como narradores sociales.
Incluso se cancelaría la redacción de códigos donde se castigan tabús, la literatura sicalíptica, la erótica desde Grecia, Roma, u Oriente, las clásicas obras de Sade, que no negamos, hasta la Historia de O, Enmanuel o la coleccionable Sonrisa Vertical. Nunca se hubiera publicado a Freud en su Totem y Tabú, ni la relación de parentesco estudiada por Levi Strauss. Distinto es eliminar los vejatorios insultos o criticar prácticas parafílicas, o estados incestuosos… sobre lo que se guarda silencio estatal.
Sin embargo, a Pablito le piden que hable sobre Mark Rothko, pintor judío lituano refugiado en Estados Unidos para huir de los nazis. Aunque hoy Suso del Toro dice que los nazis no eran tan malos: está claro, el mal se banaliza, como predice Hannah Arendt. Y Rothko evoluciona en su pintura desde el realismo a la abstracción simbólica religiosa que le lleva a suicidarse. Lo que es difícil explicar a Pablito, con olvidados traumas tras el fallecimiento accidental de su padre.
Los tabús escolares responden a intereses políticos, no sociales, religiosos, ni de costumbres, se ha vuelto a la peligrosa censura con una enseñanza ideologizada tras pregonar que había que huir del paternalismo e implantar lo laico, lo liberal.
Todo lo han derribado como la mula de mi abuelo al entrar en varas, con «las patas de atrás». No saben reponerlo.