Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Rememorando

03/02/2024

Se me amontonó el disgusto. Las llamadas, apretujadas, no me dejaron espacio para asumirlas con la calma y el  sosiego necesarios, me sobraron los detalles y los porqués. Lo que necesité fue poder rendirme a la evidencia del ¡se acabó! Porque sí, se acabó. Pues... querida Enriqueta, aunque la vida no es un valle de rosas tú, a fuerza de buscar senderos soleados, has alcanzado la cima rodeada de Amor, Paz, Versos, Recuerdos, Realidades, Hijos, Nietos, Libros, Cariño... ha sido una suerte, la tuya.
Sí, porque  también la felicidad tiene un tope, la mayoría de su trayecto es cuesta arriba, y no hay que darle más vueltas. Y ya me remonto a los ratos tan requetemajos donde un grupo de amigos formamos un ramillete en el que tú como anfitriona ponías el alma, la casa, los chuches por las mesas... ¡en fin, maja, que fuiste la sal y pimienta de un conjunto variopinto, en el que nunca faltó el humor, el sosiego, los comentarios sobre temas vigentes, las discrepancias sin peleas, el respeto, y... ¡hasta la Bendición de Dios, sí, porque  dentro del conjunto  tuvimos  cuatro sacerdotes, nada menos! En aquel  SALONCILLO DE KETY se fraguaron actos literarios, se publicaron libros, hubo recitales, meriendas, excursiones... -Recuerdo la de Montesclaros, lugar que, aquel día, no hizo honor a su nombre, porque llovió de tal forma que casi no pudimos salir del templo pero que logramos, caladitos como sopas, llegar al hotel donde, eso sí, nos esperaba un suculento cocido castellano, abundante y requetebueno. -Yo, sobre aquella excursión, compuse un poema, que cuando lo leo en reuniones gusta mucho. -Y en éste, y en todos aquellos tejemanejes, tú, como responsable organizadora, concertabas los medios de transporte... los menús... nuestras intervenciones literarias propias de cada situación...¡todo! Comprenderás que estas cosas, a los que tenemos el corazón en nuestro sitio, se nos quedan incrustadas a machamartillo. Ayer, comentando tu caso con mi hermano Emilio, recordaba que en cierta ocasión  acudió a leer versos suyos, a una de aquellas tertulias,y le encantó el ambiente. Y bien, querida amiga: Creo que recordar es renacer y revivir, sólo hay que dejar volar la imaginación, aunque a veces terminemos  llorando. Pues, mira, sin proponértelo tú, en mí, hoy lo has conseguido.,

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