Editorial

Yolanda Díaz, una renuncia a medias tras el fracaso electoral

DP
-

Pedro Sánchez ha demostrado su capacidad para fagocitar a su socio preferente, como a su vez hiciera éste con Podemos

El incuestionable varapalo de las elecciones europeas ha llevado a Yolanda Díaz a anunciar, a pocas horas del escrutinio, su decisión de renunciar al liderazgo de Sumar. Díaz abandonará el cargo de coordinadora de la formación política creada bajo su mando, tras obtener tres eurodiputados en las elecciones de este domingo, uno más que Podemos. Un resultado que ha dejado sin representación a dos de los partidos que integran la formación, Izquierda Unida y Más Madrid. Más allá del simbolismo de ambas exclusiones, IU es una formación bregada en la lucha partidista, en la que se está adiestrando también la formación que asume el coliderazgo de la izquierda en la Comunidad de Madrid. La renuncia frenará el posible movimiento de espadas en alto en una formación que se ha quedado con el 4,65 por ciento de los votos, casi la tercera parte del 12,33 por ciento que consiguió en las generales de julio de 2023.

El fracaso en las elecciones autonómicas de Galicia, donde ni siquiera consiguió representación, y el más que discutible resultado en Euskadi y Cataluña, habían dejado las europeas como tabla de salvación de Sumar, una tabla que finalmente se ha hundido.

 El fracaso en las elecciones autonómicas de Galicia, donde ni siquiera consiguió representación, y el más que discutible resultado en Euskadi y Cataluña, habían dejado las europeas como tabla de salvación de Sumar, una tabla que finalmente se ha hundido.

Parte de su fracaso en estos comicios reside en la eficacia del PSOE para rentabilizar electoralmente las políticas sociales, justamente las que reivindica como propias la formación de Yolanda Díaz. En este sentido, Pedro Sánchez ha demostrado su capacidad para fagocitar a su socio preferente, como a su vez hiciera éste con Podemos. Y ahí radica también la raíz del fracaso electoral.

La incapacidad de la vicepresidenta para conciliar posturas con sus antiguos aliados ha costado no pocos dolores de cabeza, incluido el de la marcha al grupo mixto de Ione Belarra y los suyos, y se ha sumado a la indefinición y falta de un perfil propio que distinga a Sumar de forma clara del partido mayoritario del gobierno. Más allá de la reedición de las mareas en los comicios regionales, la cainita división de la izquierda constituye un problema histórico que la líder de Sumar no ha sido capaz de superar, contribuyendo incluso a ahondar en ella. Su renuncia al liderazgo va probablemente un paso por delante del debate que, sin tardar, se habría abierto y deja a la joven formación en una incierta situación de orfandad, apenas dos años después de su creación.

No obstante, la también ministra de Trabajo no incluye entre sus renuncias la de los puestos que ocupa en el Gobierno, en lo que es una asunción de responsabilidad a medias, que atañe solo a la parte más amarga de su desempeño político. Porque su proyección y su fracaso electoral se han fraguado en la mesa del Consejo de Ministros, que Yolanda Díaz no parece en ningún caso dispuesta a abandonar.