Cuando la peor de las imágenes recorre estos días las redes sociales o los informativos de televisión, cuando las personas batallan por intentar cubrir sus necesidades básicas, cuando todo se ve negro, es entonces cuando, de vez en cuando, surge un hálito de esperanza y humanidad del pueblo para con el mismo pueblo. Estos últimos días tanto la capital como la provincia han demostrado con creces su solidaridad con los afectados por las inundaciones en la Comunidad Valenciana. Cientos de kilos de ropa, de comida no perecedera o de agua embotellada toman rumbo esta semana a tierras levantinas para ayudar a las personas que peor lo están pasando por culpa de la DANA. Pero también surgen iniciativas a título privado como la del cocinero palentino Víctor Carranza, que el pasado lunes por la mañana decidió coger su pequeña autocaravana y poner dirección a Aldaya para colaborar repartiendo comida con aquellos que trabajan día y noche para paliar los efectos de las inundaciones.
"Ha sido todo una locura porque no esperábamos lo que nos hemos encontrado, tanto para bien, como para mal", explica Víctor, que ya había estado en la zona porque hace casi 20 años llegó a trabajar en ella. "El paisaje no tiene nada que ver con lo que yo conocía. Es impactante ver aquello totalmente cambiado. Ahora mismo esto es la zona cero del desastre. Desde coches rotos hasta gente hasta arriba de barro. Ahora se puede contemplar incluso la marca por donde ha pasado el agua y muchísima basura cada pocos metros", reconoce.
Un viaje de horas y horas hasta llegar a la localidad valenciana que no ha quitado la sonrisa de la cara en ningún momento al palentino pese a las dificultades del camino. "No ha sido fácil poder acceder al pueblo, de hecho, la UME y la policía impiden el acceso en coche al centro, solo se nos permite a los que colaboramos. Nos han limpiado la zona para nosotros".
Un panorama desolador por la destrucción del entorno, pero alentador porque todo el mundo ha puesto su granito de arena para ayudar a contrarrestar los efectos del desastre. "Nos hemos encontrado bomberos de Ávila o de Burgos, voluntarios, a los propios alcaldes echando una mano", explica Víctor. "Te quedas alucinado de ver cómo hemos arrancado el martes cuatro personas y cómo a última hora éramos más de una veintena repartiendo comida. El martes hemos repartido 1.700 raciones y hoy miércoles tenemos previstas dar casi 3.000 raciones", asegura el cocinero palentino.
A primera hora de la mañana, el palentino y varios compañeros comienzan la jornada preparando bocadillos para todos aquellos que se encuentran trabajando en las labores de desescombro y limpieza. "No paras de hacer bocatas". A mediodía es el momento para comenzar a hacer la comida que degustarán cientos de personas a lo largo del día y una vez llegan las 17.00 horas llega el tiempo del descanso, aunque no mucho, porque después comienzan a recoger. "Cuando se van el sol todo es 'territorio comanche' y tenemos que irnos", describe.
El palentino puso rumbo el lunes con cientos de alimentos recogidos en el bar Bombero y Alimentación El Otero gracias a la colaboración de los palentinos, casi 400 kilos de patatas, lentejas y otros productos de Palencia para que los voluntarios y trabajadores degustasen las ricas viandas de la gastronomía palentina, aunque al llegar al terreno, el cocinero palentino se dio cuenta de la envergadura de la situación. "Aquí lo único que falta ahora es pan, pero tenemos muchísima comida a la que tenemos que dar salida porque podría pudrirse. Tenemos mucho agua y mucha legumbre. La gente no está pasando hambre, el problema que hay es que muchas de las casas no tienen ni agua, ni luz", explica.
Víctor y sus compañeros cocineros están viviendo estos días un cúmulo de emociones y están recibiendo el agradecimiento del personal de Cruz Roja, Protección Civil e incluso de los concejales del Ayuntamiento de Aldaya. "Han venido personalmente a agradecernos el trabajo que estamos haciendo a pesar de lo mal que lo están pasando. Están emocionados y hasta nos piden fotos. Muchos de ellos, que lo han perdido todo, nos dan hasta un pequeño detalle. He abrazado a cientos de personas y he visto llorar a mayores y niños", afirma el palentino, aunque también se han vivido momentos realmente desagradables. "Hay gente que se ha encontrado muertos, porque nos lo comentan y muchos de esos voluntarios prefieren no comer, aunque tengan que hacerlo para recomponer fuerzas", reconoce con la voz entrecortada.
El sonido del tumulto se hace patente desde primera hora de la mañana hasta que cae el sol y el trasiego de ambulancias, bomberos o camiones de abastecimiento se hace constante durante estos días, pero también de las colas eternas de cientos de personas que después de realizar un trabajo ímprobo necesitan parar, al menos media hora, para comer y desconectar. "Lo que vivimos aquí es bárbaro. Hay barrios que no tienen absolutamente nada con casas y coches destrozados", reconoce el cocinero. La mirada solidaria de un palentino que el pasado lunes decidió partir desde Palencia hasta Aldaya para aportar un granito de ayuda con lo que mejor se le da, la cocina.