En cualquier otra Liga presumirían del triunfo del colista en el campo de líder/colíder: el atractivo del fútbol radica en su imprevisibilidad, porque a nadie le interesa un deporte que sabe cómo acaba. El Real Madrid-Almería fue un gran partido de juego silenciado, secuestrado y finalmente asesinado por la polémica. Ganó el 'grande', lo previsible. Perdió el 'pequeño', lo previsible. Las formas dejan la competición muy dañada.
Jóvenes
Las crisis deportivas exprimen las carteras, las crisis económicas agudizan el ingenio. En el caso del Barça, remando a ocho puntos de la cabeza de la tabla, Xavi hizo debutar en Primera a su 15º canterano desde que llegó al cargo. Pau Cubarsí, un central que cumplió 17 años al día siguiente de completar un buen partido en Sevilla, estaba en el once junto a Lamine Yamal (16), Balde (19), Araújo (23), Pedri (21), luego salieron Fermín (20) o Vitor Roque (18)... El técnico es consciente de que actualmente el equipo no puede competir mano a mano con los 'gigantes'. Atraviesa un proceso de regeneración duro, porque debe vender imagen de competitividad real, pero debe sentar las bases de 'algo' sobre las que crecer después. Los niños, los que aún conservan el espíritu del juego por el juego, aún no se han pervertido fruto de la presión o de la exigencia. Esa es la clave de este Barça o del Valencia de Baraja, asomado a las puertas de Europa tirando de Paterna en medio de la crisis.
Palabra de líder
Al Girona le tocó remontar una vez más... y lo hizo a lo bestia, con la autoridad de quien ya dice en voz alta que quiere LaLiga. Quedan 17 jornadas y el equipo ya ha logrado su récord histórico de puntos en Primera, asegura virtualmente su presencia en Europa (aventaja en 20 puntos al séptimo) y, por encima de todas las cosas, convence a sus rivales de que nada les puede parar. Lo 'preocupante' para Madrid o Barça es que esos adversarios seguirán yendo a muerte ante ellos... mientras que con el Girona se empatiza mucho mejor.