Cuando el pasado martes el Aston Villa de Unai Emery gobernaba en Old Trafford por 0-2 a los 60 minutos de partido, a Erik ten Hag se le estaba poniendo cara de cadáver. Otra vez. En apenas año y medio de trayectoria ha estado mil veces con el cuello en la guillotina y ha escuchado el filo de la navaja descender… pero siempre ha encontrado la manera de escurrir el bulto. Garnacho hacía un doblete y Hojlund, otro de los carísimos y cuestionadísimos fichajes del neerlandés, culminaba la remontada. Vida extra, la especialidad de la casa.
El técnico de Haaksbergen (53 años), un central modesto de los años 90, se destapó al mundo como un entrenador revolucionario cuando logró el ascenso a la Eredivisie con el modesto Go Ahead Eagles (2012); un año después, el Bayern de Múnich lo reclutó para hacerse cargo del filial -en el primer equipo militaba Guardiola-, y de lo mamado en Alemania regresó a los Países Bajos, para hacerse primero cargo del Utrecht y, ya en 2017, entrar por la puerta grande del Ajax. La 18/19, aquella en la que alcanzó las semifinales de la Champions tras sendas exhibiciones ante Real Madrid y Juventus, fue la de su consagración… y la 22/23, la del salto a uno de los banquillos más grandes y la del inicio de la pesadilla en rojo.
Todo son vaivenes. Por ejemplo, fue el primer preparador desde 1921 en comenzar con dos derrotas… pero también el que menos tiempo necesitó (27 partidos) para conseguir sus primeros 20 triunfos. Ten Hag sobrevive como puede a la época más turbulenta en la historia reciente del Manchester United, el modelo perfecto de la pasada década (durante años el club más rico del mundo, la envidia de todos los 'gigantes') hecho unos zorros en el presente. Los Glazer, dueños de la institución desde 2005, encontraron, en parte, un comprador de la entidad la pasada semana para salir de lo que Avram, la cara visible, definió como «una pesadilla personal». La empresa Ineos, propiedad de Jim Ratcliffe, se adquirió un 25 por ciento de las acciones para hacerse cargo de un apartado deportivo a la deriva.
Estrellas conflictivas
En lo disciplinario, Ten Hag ha tenido que tragarse varios 'sapos' en las últimas fechas: la gestión en el caso del arresto y acusación de violación (enero de 2022) de Mason Greenwood, que hoy lame sus heridas alejado de los focos en el Getafe; la expulsión de Jadon Sancho -costó 85 millones- del primer equipo por problemas de indisciplina y de trato con su propio entrenador (a quien acusó de «mentir» cuando dijo que le sacó de una convocatoria por entrenar mal); o con un posible caso de malos tratos a tres mujeres de otra figura controvertida del equipo, Antony -costó 95 millones-, también apartado del equipo.
Pero, en lo deportivo (no gana la Premier desde la 12/13), la temporada es una colección de decepciones. El equipo es sexto, cabalga ya a 11 puntos del liderato y está cinco por debajo del Tottenham, que marca la línea de la Europa League; por si fuera poco, el United quedó eliminado en octavos de la Carabao el pasado 1 de noviembre, perdiendo por 0-3 ante el Newcastle… y su participación en la Champions no supera la calificación de «ridícula»: en un grupo junto a Bayern, Copenhague y Galatasaray quedó cuarto, fuera de Europa, tras encajar remontadas ante daneses y turcos cuando dominaba claramente los choques.
Con el neerlandés, la entidad inglesa ha invertido casi 450 millones de euros en dos cursos. Ha gastado 95 en Antony, 74 en Hojlund, 71 en Casemiro, 57 en Lisandro o, entre otros, 50 en Onana, petición personal del entrenador para favorecer la salida de balón (motivo por el que descartó a David de Gea, uno de los mejores porteros de la última década en la Premier) y que se ha convertido en el objeto de crítica y burla de la afición por las pifias que, sin ir más lejos, propiciaron el adiós a la Liga de Campeones.