El interés por el suelo

Vidal Maté
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Las transmisiones de tierras por compraventa en 2023 cayeron un 5,9% sobre el año anterior. La fragmentación de las tierras y la reducción del tamaño por herencias, un paso atrás en la estructura de las parcelas

El interés por el suelo

En el último año, tanto por el reparto de las herencias como por las operaciones de compraventa, además de las llevadas a cabo en base a otras figuras como las donaciones, etc., el número de transacciones en el mercado de las tierras de uso rústico en España ascendió a 445.331, lo que supone un incremento del 1% sobre el ejercicio anterior, según los datos del Instituto Nacional de Estadística analizados por Cocampo.

Con carácter general, el grueso de las operaciones realizadas corresponde a personas físicas -generalmente con el fin de ampliar su explotación o por nueva instalación-, fundamentalmente jóvenes que adquieren parcelas de tamaño pequeño o mediano. En la mayor parte de los casos son operaciones encaminadas a labrar directamente la tierra, lo que tampoco impide en muchos casos la fragmentación de las parcelas.

El mayor peso, por el volumen, de las transacciones corresponde sin embargo a las operaciones de grandes corporaciones agroalimentarias en sectores como olivar, pistacho, almendro, nogales, pastos, etc. En otros casos se trata del desembarco de los fondos de inversión, que en España han pasado, en los últimos años, de ser 70 a operar más de 200, sumando tierras y tierras en sus carteras en un escenario en el que la posibilidad de producir una oferta alimentaria suficiente para atender las necesidades de una población mundial en aumento será un arma estratégica.

Además de estos desembarcos, la tierra de uso rústico es igualmente objetivo como inversión -«la tierra está siempre ahí»- de muchos profesionales de otros sectores ajenos a la actividad agraria. La tierra de uso rústico es, finalmente, objetivo de los profesionales del campo, fundamentalmente jóvenes cuyas posibilidades de relevo generacional con una superficie propia están muy limitadas por los elevados costes que supone iniciar la actividad, desde la tierra a los medios de producción. A esa dificultad se suma el hecho de que, en la actividad agraria, el 41% de los agricultores tienen hoy más de 65 años, lo que frena la disponibilidad de tierra para ese relevo, tanto como superficie propia sin un sistema de financiación atractivo como mediante el arrendamiento.

La demanda más importante de suelo rústico se produce, además de en las zonas donde hay posibilidad de un relevo generacional para destinarlo a la actividad agraria, en territorios no muy alejados de los grandes núcleos de población como Madrid, Sevilla, Valencia o Zaragoza, en este caso para usos de ocio y no netamente agrarios.

Del conjunto de las 445.331 operaciones de transmisión de fincas rústicas llevadas a cabo en 2023, un total de 148.621 correspondieron a operaciones de compraventa. Esto supone un descenso del 5,9% sobre el año anterior, pero un incremento del 5,4% sobre 2019, un tiempo antes de la pandemia.

Por territorios.

De ese número de operaciones, a la cabeza se halla a Castilla y León con 23.153 (a pesar de que registra un descenso del 7,5% sobre el año anterior), seguida de Andalucía con 22.111 (un descenso del 9,2%), Comunidad Valenciana con 19.500 (descenso del 2,5%), Castilla-La Mancha con 19.047 (descenso del 9,7%) y, entre otras, La Rioja, con operaciones estabilizadas en 2.607 o Navarra con 2260, donde cayeron un 25%.

En el caso de las transmisiones por herencias, su número ascendió a 181.765. A la cabeza se mantiene Castilla y León (36.250 operaciones y un incremento del 5,3% sobre el año anterior), seguida de Andalucía (22.769 y un aumento del 2,5%). 20.738 se registraron en Castilla-La Mancha, con un descenso del 2,8%; 4.865 en Navarra y descenso del 14,6%; o las 2.979 operaciones en La Rioja, que suponen un descenso de un 1,2%.

Además de las operaciones de transmisión por herencias o de compraventas del suelo rústico, se pueden destacar otras 97.000 por donaciones y 2.835 por permutas.

En enero de este año se mantuvieron las líneas de los meses precedentes con un total 14.659 operaciones de compraventa y un incremento total del 10,5% sobre el año anterior y de otras 15.906 operaciones por herencias con un incremento del 6,9%. Destacan las 278 operaciones llevadas a cabo en Madrid, con un incremento del 131% -lo que abre una duda sobre si el uso era para fines agrarios-, las 2.923 realizadas en Castilla y León con un incremento del 36% o las 1.829 en Castilla-La Mancha con un incremento de solo un 0,2%. En el caso de las herencias, sobre las 15.089 operaciones de transmisión, a la cabeza se halla nuevamente Castilla y León con 3.301 operaciones (un 5% más), seguida de las 1.985 de Andalucía o las 1.894 de Castilla-La Mancha con un incremento del 19,5%.

De acuerdo con los datos manejados, un hecho a destacar es el avance en los terrenos rústicos para uso agrario hacia la fragmentación de los mismos, convirtiéndose en parcelas más reducidas entre las que el 50% tiene menos de una hectárea de extensión. Otra nota es el apoyo insuficiente a los jóvenes para disponer de explotaciones viables económicamente.

Desde Cocampo, como elaborador de este informe, se destaca igualmente la escasa firma de hipotecas por parte de las entidades financieras a la hora de apoyar en la compra de tierras rústicas, actos que no llegan al 10% frente a lo que sucede en la compra de viviendas.

En este contexto de elevadas operaciones de compraventa y de herencias, los precios medios de la tierra para usos agrarios en 2022 apenas registraron variación alguna. Únicamente se dio un incremento del 0,8% hasta una media de 10.267 euros por hectáreas en una línea de estabilidad que prácticamente se mantiene desde 2016, muy ligada a la congelación de las ayudas de la PAC, a la sequía, al comportamiento plano o a la baja de algunos importantes mercados como los cereales o el vino.