Carles Puigdemont anuncia que está dispuesto a volver a España -de dónde escapó huyendo de la Justicia- y dice que lo hará si tras presentarse a las elecciones al Parlamento de Cataluña sale elegido "para restituir la presidencia de la Generalitat y culminar el proceso independentista".
El anuncio realizado desde la localidad francesa de Elna -donde escondieron las urnas con las que celebraron el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017-, es una burla. El prófugo se ríe de todos los españoles gracias a la Ley de Amnistía conseguida a cambio de que Junts votara la investidura de Pedro Sánchez.
Puigdemont tiene cuentas pendientes con la Justicia, entre otras por el presunto delito de malversación de caudales públicos desviados ilícitamente para fines relacionados con el "procés", el intento de golpe de Estado promovido desde la propia Generalitat, cuya desleal actuación provocó la suspensión de sus funciones y atribuciones mediante la aplicación del Artículo 155 de la Constitución. Fue una decisión plenamente legal adoptada por el Gobierno presidido por Mariano Rajoy y que contó con el apoyo parlamentario del PSOE dirigido por el mismo Pedro Sánchez que ahora mira para otro lado. Calla cuando, en el colmo del cinismo, el prófugo ofende la memoria de todos los españoles diciendo que aplicar el Artículo 155 fue un acto ilegal.
Puigdemont se burla de la Justicia española y Sánchez calla. Trata de hacerse perdonar por los separatistas a quienes ha elegido como socios y le tienen cogidas las vueltas. Las urnas del 12 de mayo dirán sí los cálculos de Puigdemont se verán respaldados por los votos y tal y como alardea podrá volver para ser investido presidente de la Generalitat. La cosa no está clara porque hay más actores sobre el escenario. Aunque, llegado el caso, puede que en el contexto de una enésima contorsión política, todavía podamos asistir a la enésima humillación de Sánchez obligando al PSC de Salvador Illa a apoyar a Puigdemont a cambio de seguir contando en el Congreso de los Diputados con el voto de Junts para mantenerse él en la Moncloa. Con Sánchez la única sorpresa es que ya nada suyo nos sorprende.